El Gran Intercambio
“Apúrate que no tenemos mucho tiempo!” entro mi esposo corriendo a la cocina.
Nos servimos una taza de café y nos dirigimos a la mesa.
El escenario estaba listo.
A la izquierda: cajas y papel de regalo. A la derecha: Tijeras y tape.
Unas candelas con olor a pino y música navideña se unieron como espectadores.
El reloj del horno fue designado como juez que soplaría su silbato en dos horas, justo antes de que los niños llegaran de la escuela.
“En sus marcas, listos, ¡fuera!” bromeo mi esposo. “Y recuerda guardar los recibos por si tenemos que cambiar o regresar algo.”
Admiré los regalos antes que la carrera contra el tiempo comenzara. Cada uno había sido cuidadosamente escogido para nuestros hijos.
Nuestro momento favorito era ver sus caritas cuando abrían los paquetes y descubrían su contenido.
Aquel trabajo nos dejó con los dedos tiesos y la espalda adolorida, pero valía la pena.
Era un gran intercambio: nuestros regalos a cambio de su felicidad.
Cuando acomodaba los regalos debajo del árbol de Navidad recordé otro árbol, el madero de la Cruz.
Fue en ella donde aconteció otro intercambio: la sangre de Cristo a cambio de nuestra salvación y perdón.
No podemos hacer nada para merecerla, ganarla o conseguirla.
Lo único que tenemos que hacer es aceptarla.
Hebreos 12:12 dice” …quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz…” RVC
¿Como pudo Jesús sentir gozo entre tanto dolor?
Quizá Su corazón brinco de alegría al imaginarnos aceptar Su regalo de salvación junto con la paz, el gozo, el amor y la vida abundante que lo acompaña.
El Gran Intercambio. Con la diferencia que Este no espera devoluciones.
Espero que disfruten de una Navidad llena de bendiciones y que reciban en sus corazones ese regalo que nos ofrece Jesucristo.