¿Sabes Descansar en Movimiento?
El cielo azul se confundía con la cristalina agua marina en el horizonte.
Mi amiguita y yo subimos a la lancha cargadas de toallas, anteojos de sol, bronceador, y cámara para captar cada momento de tan esperada aventura.
Era la primera vez en mis trece años que mi papá me dejaba pasar el fin de semana con mi mejor amiga y su familia.
Su papá era un ávido pescador, y esa invitación a pescar en alta mar era una experiencia imposible de rechazar.
Nos acomodamos en la punta de la lancha como estrellas de cine.
Cerré los ojos, disfrutando del aire marino golpeando suavemente mi cara.
Deseaba que ese día nunca llegara a su fin.
Hasta que una inesperada tormenta veraniega interrumpió mi perfecto día.
Las fuertes olas zarandearon la pequeña embarcación como si estuviera en una lavadora de ropa.
Por allá salieron volando los antejos, el bronceador y mi cámara, junto con mi desayuno, almuerzo y cena del día anterior.
“Nos hundimos!” grite aterrorizada.
“No te preocupes, hijita, “me dijo con una dulce sonrisa el papa de mi amiga. “Esta tormenta es pasajera y las olas se calmarán pronto.”
“Llévala al camarote,” le dijo a su hija.
“Recuerda esto,” me dijo, “tienes que aprender a descansar en movimiento.
“Quien puede dormir así?” pregunte a mi amiga.
“Mi papa,” me respondió. “Es su lugar favorito para hacer la siesta.”
Muchas horas y docenas de galletas de soda después regresamos a tierra firme.
Han pasado décadas desde ese desagradable día y demás esta decir que nunca volví a aceptar invitaciones a pescar.
Enterré mi experiencia en el fondo de mi corazón, hasta hace unos años cuando leí la parábola de Jesús en el barco relatada en Mateo 8:23-26
Cuando entró Jesús en la barca, Sus discípulos lo siguieron. Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar de Galilea, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. Llegándose a Él, lo despertaron, diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Y Él les contestó: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?». Entonces Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. (NBA)
¿Como pudo dormir Jesús tan profundamente en medio de la tormenta?
Las memorias de aquel terrible día invadieron mi mente, especialmente el consejo del papa de mi amiga: TIENES QUE APRENDER A DESCANSAR EN MOVIMIENTO
Una luz se encendió en mi cabeza.
Los discípulos no confiaron en Jesús, quien tenia el poder para detener los vientos y la tormenta y ya les había dicho cual era su destino. En vez de bajar a la popa y descansar al lado del Príncipe de Paz, se dejaron llevar por el temor y terror.
Así que, la próxima vez que una tormenta furiosa nos sorprenda y nos veamos atacados por circunstancias inesperadas que amenacen con hundirnos en el temor, la ansiedad y la preocupación, debemos detenernos.
En vez de desesperarnos, quejarnos y preocuparnos como los discípulos, corramos a los pies de Cristo, confiando en Su amor, agradeciéndole por Su fidelidad y enfocándonos en Sus promesas- hasta que pase la tormenta.
Aprendamos a DESCANSAR EN MOVIMIENTO y encontrar la paz, al lado del Príncipe de Paz.